Estándares conjuntos bloque 2.

1.2. Representa una línea del tiempo desde 711 hasta 1474, situando en una fila los principales acontecimientos relativos a Al Ándalus y en otra los relativos a los reinos cristianos. 
 



1.1.- Explica las causas de la invasión musulmana y de su rápida ocupación de la península. 

 
¿Por qué llegaron los árabes a la península Ibérica?, María Antonia Martínez Núñez.
La conquista musulmana de la península ibérica, que comenzó en el año 711 con la victoria de los ejércitos musulmanes comandados por Tariq y Muza sobre los visigodos de Rodrigo en la batalla de Guadalete.
Podemos diferenciar dos tipos de causas: las externas, propias del proceso general de expansión musulmana; y las internas, debidas a la situación por la que transcurre el mundo visigodo peninsular en esos momentos.

Dentro de las causas externas caben señalar varias razones, además de la superioridad militar árabe y la motivación ideológica de la Yihad. En primer lugar, la conquista peninsular coincide con un momento de gran expansión del califato Omeya tanto por el O como por el E. Además, los musulmanes utilizaron las conquistas como un medio para obtener botín y así compensar a los ejércitos musulmanes. Al mismo tiempo, para el estado Omeya era una manera de obtener ingresos fiscales de los nuevos territorios ocupados (en caso de conquista el estado se reservaba una quinta parte de las tierras). Otra de las razones viene del hecho de que, tras una lenta y difícil conquista del Magreb (más de 70 años) los Omeyas utilizaron la conquista peninsular como un mecanismo para neutralizar la resistencia de las tribus bereberes norteafricanas, incorporándolos a ésta empresa conquistadora haciéndoles partícipes de botín a cambio de reconocer la soberanía árabe sobre sus territorios, neutralizando así su inicial resistencia.

Por otro lado, entre las causas internas, relacionadas con el reino visigodo, destacamos una situación de problemas económicos y crisis social muy importantes. Una de las razones fue las luchas internas entre facciones nobiliarias por logar el  poder y las dificultades de la monarquía visigoda para conseguir que la aristocracia enviara contingentes a los ejércitos reales. Esto explica la facilidad de los invasores musulmanes, al mando del bereber Tariq para conquistar el territorio pues, tras la derrota de Rodrigo en la batalla de Guadalete, no volvieron a encontrar una resistencia unitaria. A partir de ahí, un buen numero de lugares fueron sometidos mediante pactos con los poderes locales visigodos, la jerarquía eclesiástica y miembros de la aristocracia, que intentaban salvaguardar sus propios intereses. Así se entiende que gran parte del territorio se sometiera mediante capitulación, más que por la fuerza de las armas. Este hecho, al mismo tiempo, explica la rapidez de las conquistas. Algunos aristócratas visigodos (Teodomiro en el sudeste, Casius en Zaragoza) prefirieron pactar con los musulmanes el sometimiento a su autoridad y el pago de tributos a cambio de conservar su señorío y practicar su religión; lo mismo hicieron las comunidades judías y una parte de la población que estaba descontenta con la monarquía visigoda.

1.3. Describe la evolución política de Al-Ándalus. 

 
Al-Ándalus estuvo dividido en una serie de etapas históricas, que de modo muy resumido, expondremos a continuación.

La conquista musulmana (711–718). Los musulmanes ocuparon en tan solo siete años casi la totalidad de la península desde la victoria en la batalla de Guadalete (711) hasta la ocupación de Toledo, el valle del Ebro, hasta llegar a las estribaciones de la Cordillera Cantábrica. Los musulmanes encontraron poca oposición: la nobleza estaba desunida u la población se mostró indiferente a la invasión.

El emirato dependiente de Damasco (714–756). En Al-Ándalus se estableció un emirato (una provincia) con capital en Córdoba, sometido a la autoridad del califato de Damasco, centro político y religioso del mundo musulmán de esa época. (Hasta el 732 intentos de invadir el territorio franco; Periodo de inestabilidad por conflictos sociales internos y externos)

El Emirato independiente (756–929). Abd-al-Rahman I, un Omeya, creó el emirato independiente con capital en Córdoba. Desde esta ciudad los emires ejercieron el poder político y militar de forma autónoma, aunque se siguió respetando la autoridad religiosa del califa de Bagdad. Los primeros años de la historia de Al-Ándalus fueron turbulentos, ya que se tuvieron que enfrentar a incursiones militares de francos, de cristianos del norte peninsular y a incursiones vikingas por el Guadalquivir. Además hubo revueltas internas  como la revuelta mozárabe del arrabal de Córdoba, provocada por el aumento de impuestos a los cristianos y por la intolerancia religiosa. (Periodo de consolidación del Estado e islamización del territorio;  revueltas mozárabes y muladíes)

El califato de Córdoba (929–1031). A principios del siglo X el emirato cordobés sufrió una grave crisis. Las divisiones internas y las amenazas de unos reinos cristianos cada vez más fuertes fueron los problemas más importantes. Solucionados estos problemas, en el 929 Abderramán III se siente lo suficientemente fuerte para proclama el califato independiente de Córdoba, es decir, ahora se independizará también en lo religioso del califato de Bagdad, asumiendo él la máxima autoridad religiosa. Es un periodo de paz y de máximo apogeo económico, político, militar y cultural de Al-Ándalus. (Periodo de máxima expansión territorial, de  mayor esplendor económico)

El final de califato. (1000-1030) A la muerte de Al-Hakam II, hacia el año 1000, se inició un periodo de pérdida del poder efectivo de los califas. Estos conservaron un poder simbólico, ya que quien realmente gobernaba era Almanzor, un hachib o primer ministro, que concentró todo el poder político y militar. A su muerte, Al-Ándalus comenzó a desintegrarse políticamente en multitud de reinos de taifas.

Las taifas y las invasiones bereberes (1031–1244). La desintegración del califato dio lugar a más de una veintena de pequeños estados independientes, llamados reinos de taifas. La desunión debilitó a Al-Ándalus y las taifas fueron hostigadas constantemente por los reinos cristianos del norte. En ocasiones las taifas pagaron parias a los cristianos para evitar los ataques. Es un momento de debilidad política, aunque de prosperidad económica y cultural. (Avances cristianos y retroceso musulmán. Se alternan periodos de disgregación -taifas- con los de unificación -almorávides y almohades-)

Los Almorávides (1086-1144).  El empuje cristiano era cada vez mayor, lo que provocó que en 1085 Alfonso VI conquistara Toledo. Ante el temor del avance cristiano, las taifas llamaron en su ayuda a los Almorávides, bereberes que habían formado un importante imperio en el Magreb y con capital en Marrakech. Una vez frenado el avance cristiano, los almorávides unificaron Al-Ándalus haciéndose dueños de buena parte de las taifas hasta 1144, cuando perdieron el poder y comienzan la fase de los segundos reinos de taifas.

Los Almohades (1147–1232). En el siglo XII, ante el nuevo empuje conquistador cristiano, algunos reinos de taifas vuelven a llamar a quienes dominaban ahora en el Magreb: los

 Almohades. Llegarán a la península en el 1147 y controlarán la parte sur de Al Ándalus. Lanzaron una ofensiva general contra los cristianos. Sólo la unión de los ejércitos cristianos logró frenarlos. En 1212 serán derrotados en las Navas de Tolosa. Tras esta derrota, el imperio almohade se desintegró y los cristianos conquistaron casi todo Al-Ándalus. Comienza así la fase tercera y última de los cada vez más reducidos territorios aldalusíes. (No lograron frenar el avance cristiano)

El reino nazarí de Granada (1232–1492). (Origen en las terceras taifas) Tras la derrota almohade, los cristianos conquistaron rápidamente Levante, Baleares, el Algarve y el Valle del Guadalquivir. En este periodo el reino de Granada se mantuvo como la única entidad política andalusí en el territorio peninsular hasta ser conquistado por los Reyes Católicos en 1492. Políticamente era muy débil, manteniéndose como vasallo de Castilla, pagando tributos a los castellanos y ayudándolos en caso de guerra. Las disputas internas entre familias nobles (Abencerrajes) y la dinastía nazarí facilitaron el fin del reino de Granada. 


1.4.- Resume los cambios económicos, sociales y culturales introducidos por los musulmanes en Al-Ándalus.

Durante siglos, con grandes diferencias según las zonas de la Península, Al-Ándalus aportó a la vid de las gentes que habitaban ese territorio  formas de producir y vivir distintas a las de los reinos cristianos de la Europa Occidental, sobre todo en los primeros siglos de la Edad Media.

Dos nuevos grupos sociales llegarán a la península con la llegada de los musulmanes. La minoría de origen árabe que formaba la élite social. Estos serán los grandes propietarios de las mejores tierras y ocupaban altos cargos en la administración. El grupo de origen bereber que tenía una posición inferior. Muchos eran miembros del ejército y de la cargos menores en la administración. También podían tener otros trabajos como artesanos, agricultores, etc. En ocasiones protagonizarán revueltas.

La mayoría de la población musulmana estaba formada por descendientes de los antiguos hispanovisigodos que adoptaron la religión, la lengua y las costumbres islámicas, los muladíes. Algunos lo hicieron porque de esa manera no tenían que pagar impuestos. Una vez que la población hispanovisigoda se islamiza, surgirá un nuevo grupo social: los mozárabes, los cuales se conformaron como una minoría cristiana dentro de esa mayoría musulmana. Como no eran musulmanes, debían pagar un impuesto especial. Los judíos formarán una minoría muy activa en el terreno económico.



La aportación musulmana a la agricultura fue determinante para la conformación del paisaje agrícola de gran parte de España: introdujeron el regadío, una enorme variedad de árboles frutales y verduras y la agricultura intensiva, que generó excedentes orientados sobre todo al mercado urbano. Tuvo un especial desarrollo la agricultura basada en la gran propiedad trabajada mayoritariamente por pequeños campesinos en régimen de arrendamiento. Los musulmanes impulsaron la trilogía mediterránea y aportaron especies como los cítricos (naranja, limón, lima) y frutas y verduras como las espinacas, berenjena, sandía, albaricoque, plátano, membrillo. Lo más determinante fueron los sistemas de regadío, con la introducción de norias y acequias para conducir el agua. Fueron numerosos los tratados agrícolas que instruían en las formas más adecuadas para cultivar y cuidar la tierra y los productos.

Las ciudades  no decayeron, como en el resto de Occidente. eran el mercado de los productos agrícolas, y en ellas se ubicaba una activa industria artesanal (vidrio, cuero, joyas, cerámica, ….), especialmente la textil (lana, seda, lino, algodón, …). Algunas de las ciudades andalusíes eran las más grandes de Occidente medieval, como el caso de Córdoba, y los poderes públicos se encargaban de hacer reformas urbanas, instalar mercados, baños y bibliotecas públicas.  Las actividades artesanales se desarrollaban en pequeños talleres cuyos artesanos e agrupaban en una especie de gremios, aunque también había grandes talleres del Estado. La producción abastecía al mercado local y comarcal, pero se destinaba asimismo al comercio exterior. AlÁndalus estaba integrado en un circuito económico que se extendía por todo el Mediterráneo, se adentraba en África, hasta las minas de oro de Sudán, y se extendía hacia Oriente (India, China,…) y la zona del Báltico. La existencia de una moneda fuerte y estable -el dinar de oro y el dirham de plata- permitieron al mundo musulmán controlar, hasta el siglo XIII, gran parte del comercio en esa zona sin competencia de los reinos cristianos europeos.

Además, la lengua árabe, las costumbres islámicas y los conocimientos aportados por su relación con territorios de Bizancio y Oriente pasaron a formar parte de nuestro patrimonio cultural. Las aportaciones de la presencia musulmana en la Península son innumerables y forman parte de nuestro patrimonio cultural. El castellano tienen más de 4000 palabras de origen árabe, entre ellas muchas de la toponimia islámica. Elementos de la vida cotidiana como la gastronomía (frutas y verduras, turrones,..), el uso el botón, las bibliotecas, los baños públicos, la iluminación de las calles, etc. provienen de la herencia musulmana. También parte de nuestra música, instrumentos y folklore tienen sus raíces  en las costumbres de Al-Ándalus: el pandero, la pandereta, diversos tipos de flautas, el rabel y el atabal o timbal.


B2 E2.1 Describir las grandes etapas y las causas generales que conducen al mapa político de la península Ibérica al final de la Edad Media.

 Podemos considerar la existencia de tres grandes etapas en este periodo, que abarca desde el año 711, inicio de la ocupación de los musulmanes de casi toda la península, hasta finales del siglo XIII, cuando para finalizar la “reconquista”, ya solo quedaba el Reino Nazarí de Granada. Hemos establecido tres fases de distinta amplitud en lo cronológico y dos sectores en esos territorios hispano-cristianos medievales, el sector occidental (Cantábrico) y el oriental (Pirineos).

Primera Etapa. Siglos VIII-X: La formación de los reinos cristianos

La conquista musulmana se frenó en torno a las cordilleras cantábrica y pirenaica, donde se formaron los siguientes núcleos de resistencia cristiana: 

a.- Los reinos y condados occidentales. Aquí se refugiarán los hispano-visigodos, que en el año 722, al mando de un noble llamado Pelayo, vencieron en una escaramuza (Batalla de Covadonga) a los musulmanes. Esta victoria les permitirá crear el reino de Asturias y reivindicarse como herederos de la legitimidad visigoda. En el siglo X fue aprovechada la debilidad de los emires cordobeses para expandirse hasta el valle del Duero, y para su mejor control se trasladó la capital a LEÓN (914), con lo que el reino pasó a denominarse reino de León. El avance se frenó en el siglo X (Califato)por la fortaleza de los califas cordobeses y las incursiones del Almanzor, que obligó a pagar tributos a  los califas. Para defender la Meseta se creó el condado de Castilla, dependiente del reino de León, hasta que Fernán González proclamó su independencia en el 927.

b.- Los reinos y condados orientales. Entre el Ebro y los Pirineos, Carlomagno creó la “Marca Hispánica” (zona fuertemente fortificada) y encomendó la gestión de esos condados pirenaicos a condes, primero a francos y luego a autóctonos. Durante los siglos IX y X navarros, aragoneses y catalanes progresivamente se van independizando de los reyes francos: 817 se crea en Jaca el Condado de Aragón; en 830 el reino de Pamplona (origen del futuro reino de Navarra) que, para defender sus fronteras, tendió a aliarse con los vecinos asturleoneses y aragoneses por matrimonios, hasta que Sancho III "el Mayor" unió bajo su trono Navarra, Castilla-León y Aragón, pero a su muerte dividirá su patrimonio entre sus hijos, por lo que Navarra quedó constreñida entre los futuros reinos de Castilla-León y Aragón; en el 987 los Condados Catalanes, con el de Barcelona a la cabeza, se independizaron de los francos.
Segunda  Etapa. Siglos XI-XIII: El avance cristiano.


 A partir del siglo X la expansión cristiana se centró en los territorios musulmanes. Este proceso se conoce como “Reconquista”. A continuación se exponen los hitos más importantes en ambas Coronas en sus avances territoriales.

La Corona de Castilla. Fernando I logra dominar toda la cuenca del Duero, más tarde Alfonso VI en 1085 toma Toledo y lleva la frontera hasta el Tajo. Decisiva será la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, que supuso la apertura del valle del Guadalquivir para los reyes castellanoleoneses. Será Fernado III el que ocupe esa parte de Andalucía (1236 - 1248), más Extremadura y Murcia (1243).

La Corona de Aragón. Desde el siglo XI este reino irá ocupando tierras musulmanas (Zaragoza 1118). Será Jaume III quien ocupe Baleares y el Reino de Valencia (1238). Con estas nuevas conquistas, la Corona de Aragón pasó a estar integrada por cuatro territorios: Aragón, Cataluña, Valencia y Baleares.

Tercera etapa. Consolidación de los reinos cristianos. 

Fernando I, fue el primer rey de Castilla, además de rey de León, uniendo ambos territorios bajo su mando. Después se separarán y unirán varias veces hasta su unión definitiva en 1230, como Corona de Castilla, del que en 1128 se había independizado Portugal.

El reino de Pamplona, o de Navarra a partir de finales del XII, estará a merced de sus vecinos castellanos y aragoneses.

En 1137, la unión matrimonial de herederos aragoneses y catalanes dio lugar al nacimiento de la Corona de Aragón, con Alfonso II como primer rey de la nueva corona. La unión entre los territorios aragoneses y catalanes aumentó la fuerza militar y propició la expansión por el sur levantino. 

En el siglo XIV, el mapa político de los reinos cristianos peninsulares presentaba aún un espacio dividido en cuatro unidades políticas: la Corona de Castilla, la Corona de Aragón, el reino de Navarra y el reino de Portugal, además del reino nazarí de Granada. La tendencia en las relaciones entre estos tres territorios va a ser el de la unificación, hecho que casi ocurrirá a fines del siglo XV con los Reyes Católicos y, posteriormente, con la ocupación de Navarra en 1512 por parte de Fernando el Católico (la unificación con Portugal se producirá durante el reinado de Felipe II, entre 1580 y 1640, gracias a la política matrimonial llevada a cabo por los Reyes Católicos).

2.2. Explica el origen de las Cortes en los reinos cristianos y sus principales funciones. 

 
En la Edad Media, los reyes ocupaban la cima del poder feuda y, por tanto, era el señor de todos los habitantes de reino y la principal representación del poder político. Aunque, en realidad, su poder estaba limitado por la autonomía de los señoríos y los privilegios de la nobleza y el clero.

El rey era la figura fundamental del gobierno, pero en torno a él fue creándose un grupo de personas que le ayudaban en estas tareas, al que se denominó corte o curia regia. A partir del siglo XIII surgieron nuevas instituciones como los Parlamentos o las Cortes. Su origen está en las reuniones extraordinarias de la corte real, en la que se integró el grupo o brazo de los ciudadanos, formado por representantes de las ciudades, miembros todos ellos de la oligarquía urbana. Ante situaciones graves, el rey convoca reuniones de Cortes para debatir los temas propuestos. En estas reuniones los participantes se agrupan en función de las tres categorías sociales medievales (brazos o estamentos): nobleza, clero y estado llano o ciudades.

El principal cometido de las cortes era discutir y votar las peticiones económicas que realizaba el rey fundamentalmente la aprobación de recursos económicos para las campañas militares (subsidios), a cambio el rey se comprometía a tener en cuenta las peticiones de los diferentes estamentos. Por ello le interesaba contar con la burguesía, ya que la nobleza estaba en parte exenta de pagar impuestos. Empezaron a formalizarse a raíz del crecimiento de las ciudades y del auge de una rica burguesía que el rey deseaba incorporar a los órganos de gobierno, al lado de la nobleza.
Las primeras Cortes que se crearon en la Península fueron las del reino de León en 1188, y más adelante las del reino de Castilla en 1217. Con la unión de ambos, las Cortes comenzaron a convocarse juntas, aunque también se reunieron por separado hasta el siglo XV. Las Cortes castellanas mantuvieron siempre un carácter consultivo y de aprobación de los subsidios. Los poderes de las cortes de Castilla eran muy limitados, concretándose en el poder presentar quejas y hacer peticiones al rey, además de conceder impuestos y subsidios  y aceptar las leyes.
En la Corona de Aragón, cada reino tenía sus propias Cortes (Cataluña 1214, Aragón 1247 y Valencia 1283). A diferencia de las de Castilla, gozaban de cierta función legislativa y votaban los impuestos. A partir del siglo XIV se creó en Cataluña una delegación permanente de las Cortes, la Generalitat, cuya función era recaudar impuestos y vigilar por el cumplimento de las leyes.

 En el reino de Navarra, las Cortes se reunieron por primera vez en 1253, y el rey tenía que respetar los fueros, derechos y tradiciones del reino. Los fueros constituían una limitación al poder real, por la que el rey debía consultar ciertas decisiones al Consejo Real, y más adelante a las Cortes.  


2.3.- Compara la organización política de la Corona de Castilla, de la Corona de Aragón y del reino de Navarra al final de la Edad Media.  


En la Edad Media, los monarcas se creían elegidos por Dios para gobernar sus reinos. Los reinos se consideraban un patrimonio del monarca que podía dividirlos y unirlos según sus intereses. De este modo, era frecuente que un rey repartiese el reino entre sus herederos o que, como consecuencia de un matrimonio, se agrupasen reinos separados anteriormente.
De este modo, los monarcas medievales ejercían un poder supremo y podían declarar la guerra, convocar al ejército, dictar leyes, impartir justicia y acuñar monedas. A su alrededor organizaron una corte de consejeros que acabó convirtiéndose en el Consejo Real. También existía una Curia (tribunal de justicia), una Cancillería (administración) y una Tesorería (finanzas).
En la Corona de Castilla la monarquía tuvo un carácter más autoritario y menos feudal que en la Corona de Aragón. El rey disponía de poderes más amplios, como la facultad de declarar la guerra, dictar leyes e impartir justicia. La unificación de Castilla y León (1230) comportó un proceso de centralización administrativa y de creación de un derecho general monárquico, el Código de las Siete Partidas (Alfonso X), que estableció una cierta uniformidad jurídica del reino, y quedó definitivamente  asentado en el Ordenamiento de Alcalá en 1348. Este proceso centralizador contó con la oposición de la  nobleza y de los concejos municipales, al reforzar el poder real. Sólo las tierras vascas  incorporadas a Castilla siguieron rigiéndose por sus normas habituales y sus fueros particulares.
En la Corona de Aragón, el arraigo de las estructuras feudales y el poder nobiliario impusieron el pactismo, por el cual el monarca veía limitadas sus atribuciones. Así, el ejercicio del poder se basaba en un equilibrio entre el poder real y las diferentes instituciones, y el monarca estaba sometido al control de la nobleza a través de las Cortes. El pactismo quedó definitivamente consolidado a finales del siglo XIII, cuando Pedro III dotó a las Cortes de función legislativa, hasta entonces exclusiva del monarca. Las leyes debían aprobarse de común acuerdo entre los estamentos, y el rey se comprometía a respetar el derecho y las costumbres del territorio fijados en un código que en Cataluña recibía el nombre de Usatges. En Aragón, los Fueros (1247) recogieron normas tradicionales medievales, y en Valencia se promulgaron los Furs (1261)
El reino de Navarra se unió a Francia desde finales del siglo XIII hasta mediados del XIV con el objetivo de mantenerse independiente de vecinos tan poderosos como Castilla y Aragón. Con posterioridad, se mantendrá independiente de la tutela francesa entre la segunda mitad del XIV y primera del XV. Los reyes navarros deben respetar los fueros y colaborar con las Cortes, y, además, su poder estará fuertemente limitado por el poder de los señores feudales. Las Cotes de Navarra tienen cierta capacidad legislativa, representando los intereses del territorio frente al rey.

 2.4.- Comenta el ámbito territorial y características de cada sistema de repoblación, así como sus causas y consecuencias.

 
La expansión de los reinos cristianos se produjo sobre el territorio de Al-Ándalus en una combinación de conquista y ocupación del territorio por las poblaciones cristianas. Las diferentes fases y formas de repoblación influyeron en la posterior estructura de la propiedad y en el desarrollo social de los reinos peninsulares. A grandes rasgos se dieron tres modelos de repoblación: la repoblación libre o presura, la concejil y los repartimientos.
La repoblación libre, también llamada presura, corresponde a los siglos X y XI, y afectó a las tierras ocupadas en el valle del Duero y el sur de los Pirineos. Se otorgaba la propiedad de la tierra ocupada por las poblaciones campesinas del norte y de los mozárabes que huían del sur. Dio como resultado la existencia de comunidades (aldeas o pequeñas villas) de campesinos libres y propietarios de las parcelas de tierra.
La repoblación concejil se dio entre los siglos XI y XII, fundamentalmente en los valles del Tajo y Ebro. Se organiza de forma colectiva a través de concejos o municipios que gozaban de libertades y a los que los reyes otorgaron privilegios (fueros y cartas puebla). Estos territorios conquistados entre los siglos XI y XII eran mucho más amplios y tuvieron que repoblarse importantes ciudades que habían quedado semidesiertas y que controlaban amplias regiones rurales (alfoz). En la corona de Aragón se permitió quedarse a campesinos musulmanes (moriscos), pero los grandes señores y órdenes militares consiguieron grandes extensiones de tierra, poco pobladas, lo que favoreció una estructura señorial dedicada a la ganadería. Los reyes, para contrarrestar el poder nobiliario, concedieron fueros garantizando sus propiedades y su libertad personal a los repobladores que quisieran establecerse en las tierras reales (realengo), y las ciudades formaron sus propios concejos para gobernarse.

Los repartimientos se generalizaron a partir del siglo XIII tras la conquista de Extremadura y Andalucía, cuando muchos musulmanes huyeron hacia Granada y el Norte de África. Entonces, la mayor parte del territorio fue repartido en forma de grandes latifundios a los nobles, clérigos y órdenes militares  que habían ayudado en las campañas militares, para que controlaran los territorios y evangelizaran a la población musulmana. Pero los monarcas también concedieron fueros a ciudades bajo su control (Sevilla, Jaén, etc.) para que fuesen repobladas y sirvieran de contrapeso a la nobleza. En las zonas ocupadas por la Corona de Aragón (Valencia, Baleares y Murcia) se empleó un sistema similar, pero en el que, a diferencia de Castilla, una parte de los musulmanes permaneció en dichos territorios y pudieron conservar su religión y sus leyes (mudéjares). 


4.1. Explica el origen y características del régimen señorial o feudal y la sociedad estamental en el ámbito cristiano. 

 
El feudalismo se implantó con prontitud en la zona peninsular que estuvo bajo la influencia franca (Marca Hispánica). Hacia el siglo XI, la necesidad de proteger el territorio llevó a los nobles a prescindir de la autoridad de los reyes y convirtieron su cargo en hereditario; así
mismo, muchos campesinos, libres y propietarios de sus tierras, se convirtieron en siervos a cabio de protección.

En los territorios peninsulares también se produjo la consolidación de las relaciones feudovasalláticas  y se crearon múltiples señoríos laicos y eclesiásticos. La necesidad de protección hizo que muchos campesinos libres evolucionasen también hacia un régimen de dependencia que acabó convirtiéndolos en siervos.

De este modo, a finales del siglo XIII, la Península Ibérica estaba regida por una red de relaciones señoriales en la que los nobles y el clero obtenían rentas de sus propiedades y ejercían derechos jurisdiccionales (el derecho de gobierno sobre un territorio) mientras que los campesinos aunque disponían del dominio útil de la tierra, se encontraban sometidos a la jurisdicción señorial.
 
La sociedad medieval estaba articulada alrededor de tres estamentos: la nobleza y el clero constituían los grupos privilegiados, mientras que el estado llano estaba formado por campesinos y una incipiente burguesía de las ciudades. Los privilegiados basaban su poder en la posesión de la tierra, estaban exentos de pagar impuestos y sometidos a leyes y tribunales especiales. 

Dentro de los privilegiados cabe diferenciar por un lado a la alta nobleza, que con las repoblaciones se convirtió en propietaria de grandes extensiones de tierra; la pequeña nobleza (hidalgos, infanzones, caballeros, …), que al finalizar el proceso de conquista fue empobreciéndose paulatinamente. La vinculación de la tierra a los linajes nobiliarios se consolidó en el siglo XIV con la institución del mayorazgo, que permitía mantener el patrimonio vinculado al título. De este modo, los bienes pasaban al heredero, de forma que el grueso del patrimonio de una familia no se dividía. Por último el clero, que poseía también grandes señoríos, cuyos ingresos se completaban con el obligado pago del diezmo.

Los campesinos constituían la mayor parte de la población, pero su situación no era homogénea. En la mayor parte del Norte peninsular predominaban los campesinos libres y propietarios de pequeñas extensiones, mientras que en Cataluña estaban sujetos a servidumbre. En el Sur, el avance de la conquista cristiana supuso la configuración de grandes señoríos nobiliarios y eclesiásticos trabajados por campesinos en régimen de servidumbre. En cualquier caso, sus obligaciones con los propietarios de la tierra o hacia los señores jurisdiccionales (los que tenían el derecho de gobierno sobre un territorio) eran muchas.

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